Les dejamos el vídeo de la semana, acompañado de una pequeña reflexión sobre este precioso momento protagonizado por las cofradías de la Oración en el Huerto y La Soledad de Baeza.
La soledad del Señor de la Oración en el Huerto ya de por sí
es sobrecogedora. Su agonía en Getsemaní bajo un olivo de tierras
jiennenses y el abandono de sus
discípulos se hace presente en los fieles cada Domingo de Ramos. La madre, de
Rosario Doloroso, aguarda en el templo de San Andrés de momento, y por eso
mismo, el baezano no puede experimentar la soledad y el dolor de María en una
noche que apaga el júbilo propio de la mañana que la antecede. No obstante,
hace unos años, durante algunas Semana Santas, el paso de la Oración en el
Huerto se enfrentaba a la Soledad de la Madre frente al convento de las
Carmelitas. Era un encuentro de regocijo, sobriedad y elegancia, un saludo a la
Madre que buscaba reconfortarla y llenarla de esperanza. Los baezanos podíamos
experimentar emociones muy distintas, que sin ninguna duda, se han quedado
grabadas en nuestros corazones. Emociones que a día de hoy, en el añoro de ese
saludo que efectuaban las Cofradías de la Soledad y la Oración, afloran en cada
segundo del recuerdo de esas sonrisas o lágrimas que nos regalaba el experimentar
la soledad de Cristo y de María en la noche del Domingo de Ramos. Quizás es
buen momento para reflexionar, buen momento para arropar la soledad de todo
nuestro pueblo que tanto sufre en estos días de crisis y así retomar ese sobrio
encuentro que tantos buenos recuerdos nos dejó a todos.
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