miércoles, 11 de diciembre de 2013

REFLEXIÓN: Tiempo de Adviento




Texto y fotografía de JOSEP CAMACHO 

Llega la Navidad y con ella, un tiempo en el que la mayoría de las personas nos tomamos unos días para descansar y disfrutar de los pequeños placeres de la vida. No me estoy refiriendo al mero consumismo del día sí y día también, sino a algo mucho más grande, un resurgir de los valores más profundos. ¿Y cómo podemos conseguir recuperar esos valores? Por medio del Adviento.
Para aquéllos que no lo sepan, el Adviento es la época previa a la Navidad, los cuatro domingos antes del nacimiento de Jesús. Suele durar entre 22 y 28 días. El adviento es un tiempo para la auto reflexión y la oración. Es un tiempo en el que debemos prepararnos para la buena nueva, deshacernos de todo aquello que no nos aporta ningún bien y encaminarnos en busca de la Verdad.
La festividad del Adviento se caracteriza por situar tanto en las casas como en las iglesias una corona de pino, denominada corona de Adviento. Cada domingo se enciende una vela distinta que simboliza una virtud cristiana y que hay que mejorar. Los colores de esas velas son el morado, que se enciende el primer domingo; la roja, el segundo;  la rosa, el tercero y el cuarto domingo de Adviento, la vela blanca.  Por esta razón, la cuarta semana se enciende la blanca, por ser el último domingo. Ésta representa a Cristo, la pureza.
Además, durante los cuatro domingos de celebración, en las iglesias, los sacerdotes basan la lectura de los pasajes de la Biblia en esta fecha tan señalada. Pero el Adviento no sólo es celebrado por la Iglesia Cristiana, sino también por la Ortodoxa, aunque con algunas modificaciones.

El objetivo de las velas es que la familia, bien en su casa, o la comunidad en la iglesia, se reúna alrededor de ellas para meditar y pedir por la mejora de todos. Frente a un mundo donde impera el hacer por hacer, el Adviento nos conduce hacia la iluminación personal, a un encuentro con Dios, nuestro Señor.

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